La Educadora

Ser educadora es una labor de mucha responsabilidad y respeto. Es una labor que conlleva obligaciones pero a su vez acarrea muchísimas gratificaciones.

Hay que ver a los niños como seres de derecho, con aptitudes particulares de acuerdo a cada edad, los cuales requieren del educador atención y cuidados a la vez que se les transmitan conocimientos.
Los pequeños tienen un gran número de necesidades y habilidades que hay que tener en cuenta a la hora de trabajar con ellos.
Un buen educador es aquel que le inspira al alumno confianza y siempre se le dirige con simpatía y dulzura.

Dentro de la labor misma de ser educadora está implícito el deber de generar una actitud positiva de los pequeños para con la docente que va a compartir el año con ellos, así como para con la materia que se les va a enseñar.

Los valores diarios que debe incrementar un educador son fundamentalmente el respeto, el compañerismo y la confianza.
Se deben transmitir día tras día mediante el trabajo conjunto con todos los niños y niñas con los que se comparte la instancia educativa en el salón de clase.

Es importante el que los alumnos establezcan una buena relación con la educadora al igual que es fundamental que establezcan buenas relaciones entre ellos como grupo.

Trabajar con niños pequeños es algo muy especial que requiere convicción, pasión y amor hacia ellos.
Una persona que no siente amor por los pequeños no podrá nunca llegar a ser una buena educadora en el ámbito de la educación inicial.

No se trata con los pequeños solo de transmitirles conocimientos, sino que se trata de compartir su vida.

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